Mis lecturas

En este apartado me voy a referir a algunos de los libros que he leído en los últimos años e incluso algunos más antiguos, pero que me siguen pareciendo de interés. Me he centrado en aquellos que se relacionan de algún modo con mis trabajos de historia cultural o que considero útiles para contextualizar investigaciones sobre familia, educación y vida cotidiana. Ya esté de acuerdo con el autor o tenga discrepancias, lo importante es que se destaquen problemas y se sugieran respuestas, que se muestre la complejidad de la sociedad y que se subrayen formas de comportamiento y elementos que contribuyeron a formar una mentalidad.

 

Dávila Mendoza, Dora, Hasta que la muerte nos separe. El divorcio eclesiástico en el arzobispado de México, 17002-1800, México, El Colegio de México-Universidad Iberoamericana-Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), 2005.

La iglesia católica nunca había autorizado el divorcio, aunque empleaba ese término para referirse al permiso para que los cónyuges dejasen de convivir, sin que ello eliminase las obligaciones de mutua fidelidad, honestidad y respeto al sacramento. El vínculo sacramental no podía romperse puesto que había sido establecido por la autoridad eclesiástica, en obediencia a la ley divina. Durante más de cien años después de promulgados los decretos de Trento, fueron pocos los fieles de la Nueva España que recurrieron a solicitarlo. Pero el siglo XVIII aportó nuevas ideas y el gobierno virreinal intervino con leyes que el clero consideraba que atentaban contra su jurisdicción. Hubo fieles que esperaron beneficiarse de ese antagonismo.

García Peña, Ana Lidia, El fracaso del amor. Género e individualismo en el siglo XIX mexicano, México, El Colegio de México-Universidad Autónoma del Estado de México, 2006

Relacionado con el tema del matrimonio y el divorcio, el libro de la Dra. García Peña enfoca el tema desde el punto de vista de los cambios de actitud en la pareja y la resistencia de las autoridades civiles y eclesiásticas. Lo que el libro parece decirnos es que a lo largo de un siglo, el XIX, y en la eterna pugna entre los géneros, junto con el naciente afán individualista, el amor resultó sacrificado. Y esto parece ser cierto, en los capítulos sucesivos, excepto porque nos quedamos en espera de ese amor sacrificado. En el texto hay matrimonios, concubinatos, adulterios, rencores, venganzas, resentimientos y, finalmente convenios económicos… pero muy poco amor, al menos amor apacible o apasionado, romántico o platónico, pero que pudiéramos apreciar como la comunicación íntima de dos personas, no sólo la firma de un convenio, la recepción de un sacramento o el frenesí de un arrebato sexual. De lo que se trata, y la investigación es destacable, es del matrimonio, que durante siglos tuvo muy poca relación con el amor. En ese terreno no hay duda de que el libro es serio, bien fundamentado y propone cuestiones de interés.

Rubial García, Antonio, Monjas, cortesanos y plebeyos. La vida cotidiana en la época de Sor Juana, México, editorial Taurus, 2005. ISBN: 968-19-0947-X

Si bien no se trata de un libro estrictamente de investigación, no hay duda de que su lectura ayuda al investigador a conocer el mundo, el ambiente y los personajes del virreinato de la Nueva España en la segunda mitad del siglo XVII. Es la obra  de un investigador que no se ha encerrado en sus propios hallazgos sino que conoce y aprecia el trabajo de sus colegas, que hace hincapié en cuestiones de vida cotidiana sin olvidar el marco político, las circunstancias económicas, la organización social y el impacto de fenómenos naturales y de acontecimientos extraordinarios. Y así resulta que gracias a las posibilidades que brinda esta forma de literatura histórica, podemos conocer a monjas, cortesanos y plebeyos, protagonistas de una historia en la que las más recientes investigaciones se enlazan para dar fundamento a un relato con el cual, gracias a una adecuada presentación, podemos identificarnos. Es motivo de gran satisfacción conocer esta nueva versión, no corregida, porque nada había que corregir, pero sí en buena parte aumentada, de la primera, La plaza, el palacio y el convento.

Rueda, Pedro e Idalia García, coordinadores, Leer en tiempos de la Colonia: imprenta, bibliotecas y lectores, México, Centro de Investigaciones Bibliotecológicas, UNAM, 2010.

En los últimos años se han publicado numerosas y serias investigaciones relacionadas con el mundo del libro y de la lectura. Podemos saber, con la relativa certeza que nos proporcionan las fuentes, cuántos libros se publicaron en la Nueva España, cuántos se registraron en los inventarios de las librerías e incluso cuáles eran las preferencias de los lectores que poseyeron nutridas bibliotecas o al menos algunos libros. A partir de lo que conocemos sobre imprentas, libreros, bibliotecas, índices de censura, procesos inquisitoriales y judiciales, inventarios, etc. también tenemos una idea bastante aproximada de lo que efectivamente se leía y de lo que preocupaba a las autoridades que pudiera llegar a leerse. De todo ello resulta evidente que fueron muchos los agentes que participaron en la difusión y en las restricciones de las lecturas en el mundo colonial americano y que la recepción de los textos impresos fue diferente según los lectores que tuvieron acceso a ellos. Estos son temas que se relacionan con mis investigaciones antiguas y recientes.

Rockwell, Elsie, Hacer escuela, hacer Estado: la educación posrevolucionaria vista desde Tlaxcala, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán-CIESAS-IPN, 2007.

Un trabajo serio, con un enfoque amplio y la apreciable honestidad de plantear temas esenciales sin escamotear las dudas y los problemas. Sabemos que la educación puede estudiarse desde diferentes puntos de vista y en este caso encontramos las leyes, el discurso, las instituciones, la realidad política, el contexto social y, como aportación fundamental: la recepción del discurso, la adaptación y la práctica. Proporciona, por lo tanto, una mirada amplia y compleja. No olvida la autora que en todo proceso revolucionario la educación es un instrumento para la transformación social, y también acepta la visión desengañada de que los estados revolucionarios no pueden o incluso, a veces, no quieren cumplir lo que prometieron. Así que en el libro se apuntan temas como lo que cambia y lo que permanece en el proceso revolucionario. Las consecuencias reales, no las ideologías. Desde el microcosmos que puede parecer Tlaxcala, la autora analiza los aspectos que influyeron en los éxitos y fracasos de los planes educativos.

Además advierte que la revolución fue distinta en cada región y, al no poder abarcarlos todos, reconoce la necesidad de alentar los estudios regionales, en los cuales podremos apreciar que no hubo un proyecto único revolucionario sino ideas diversas y encontradas y que de las ideas a la práctica existieron distancias insalvables.

Obras feministas de Francois Poulain de la Barre (1647-1723), estudio preliminar de Daniel Cazés, con la colaboración de María Haydée García Bravo, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades,  2007

Francois Pulain de la Barre es prácticamente un desconocido para casi todos los historiadores americanos de hoy. Así que ¿por qué desenterrarlo a estas alturas? ¿Por qué puede importarnos conocerlo? ¿Qué vigencia pueden tener las reflexiones de alguien que escribió a favor de las mujeres en otro continente y en un contexto en apariencia totalmente diferente del nuestro? ¿Cómo puede afectar a nuestra cultura el conocimiento de alguien que nada dijo y acaso nada supo de México ni de América? En el estudio preliminar, Daniel Cazés nos da las respuestas y nos muestra hasta qué punto un pensamiento libre de prejuicios, una mente clara y una exposición  atrevida nunca envejecen porque atraviesan las barreras de los prejuicios y del tiempo. Nos permite ver, además, que el estudio de un autor o de una obra es un buen camino para llegar a conocer el mundo en que vivió y en el que creó sus textos. A partir de aquí depende del lector la decisión de asumir como propio ese mundo del pasado que también es el nuestro en la medida en que seamos capaces de integrarlo a nuestro universo cultural. Porque con frecuencia defendemos nuestro apego a culturas locales: la cultura de nuestro tiempo, de nuestro entorno, de quienes hablaron nuestra lengua o se expresaron con criterios estéticos que compartimos.

Quilodran, Julieta, Un siglo de matrimonio en México. México, Instituto de Investigacioens Jurídicas, UNAM, 2001.

¿Cómo pueden los demógrafos sacar conclusiones de sus datos sin conocer el pasado? Para los historiadores no hay duda de que los antecedentes dan sentido a los acontecimientos. Y no necesariamente porque se repitan las situaciones ni porque sirvan de experiencia, sino porque definen tendencias y explican comportamientos específicos en situaciones concretas. Así que, en busca de esos antecedentes, he localizado las escasas tres páginas que dedica la autora a la época colonial y que pueden ser suficientes para delinear algunos rasgos característicos, que resultan ser bastante familiares para los mexicanos de hoy. Porque la gran distancia en el tiempo contrasta con la semejanza en peculiaridades como la gran proporción de uniones libres (concubinato o amancebamiento se llamaban entonces), los diferentes comportamientos de los distintos grupos sociales (que entonces se definían como calidades), el corto número de hijos por pareja y la considerable presencia de mujeres cabeza de familia.

Algo que también encontramos en común es la diferencia entre los hábitos de nupcialidad rural y urbana, y, por supuesto, las historias matrimoniales que resultan apasionantes, porque la complejidad de relaciones, libres o legales, consagradas por la Iglesia o legalizadas por el Estado, son reflejo de la misma complejidad familiar que encontramos en el mundo urbano colonial.

Enrique González González, coordinador, Estudios y estudiantes de Filosofía. De la Facultad de Artes a la Facultad de Filosofía y Letras (1551-1929), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, 2008

El proyecto del grupo de investigadores del IISUE, cuya colaboración se aprecia en la mayor parte de los capítulos del libro, tiene como objeto central de estudio la historia de la institución escolarizada y de élite que fue la universidad, vista desde su carácter institucional, el tipo de saberes que pretendía cultivar, quiénes eran los 

Universitarios, estudiantes, maestros y doctores claustrales, para qué servían en aquella 

sociedad y de qué modo influían sobre ella. Esto incluye por supuesto el tema de los colegios seculares y regulares que se vinculaban con la universidad en la medida en que era el único establecimiento académico con licencia para dispensar los grados. 

No hay duda de que esta pretensión de lograr una historia social e intelectual de la universidad de México requiere la elaboración previa de estudios parciales que permitan ir esbozando la trayectoria de la educación en perspectiva comparada. Dentro de esta línea de investigación las preguntas acerca del libro pasan a ser una indagación de la viabilidad y utilidad del proyecto en su conjunto. ¿Es realmente adecuado utilizar este enfoque? Y ¿puede el estudio de una sola facultad ayudarnos a conocer las inquietudes intelectuales de varias etapas de nuestra historia, y las expectativas de los estudiantes y maestros  con sus aspiraciones de influir sobre la sociedad? Porque la educación es más, mucho más que lo que se aprende en las escuelas, y conocer las instituciones no significa desdeñar la educación informal, sino que acaso nos permite apreciar mejor su valor, mientras que hablar de asignaturas y contenidos equivale a conocer la mentalidad de quienes se consideraban la elite intelectual de la sociedad, y, como complemento, tener noticia de la trayectoria profesional de  estudiantes y maestros nos permite situarnos en una realidad en la que lo aprendido en las escuelas podía encontrar aplicación en la resolución de conflictos de la vida cotidiana.

Ethelia Ruiz Medrano: Gobierno y sociedad en Nueva España. Segunda Audiencia y Antonio de Mendoza, México, El Colegio de Michoacán-Gobierno del Estado de Michoacán,1991.

Ampliamente documentada y sólidamente sustentada, la autora destaca la forma en que Ramírez de Fuenleal y el grupo de oidores que lo acompañaban buscaron la concordia entre los intereses de la corona y las ambiciones de los encomenderos . La instauración del sistema de corregimientos fue el paso decisivo para reducir los desmanes de los españoles, y proteger, por lo tanto, a las poblaciones indígenas. 

Interesante de principio a fin y útil como referencia para trabajos de investigación, la obra de la Dra. Ruiz Medrano ha seguido vigente a lo largo de 25 años.

Josep-Ignasi Saranyana, Teología profética americana. Diez estudios sobre la evangelización fundante, Pamplona, Ediciones de la Universidad de Navarra, 1991.

El título es un tanto engañoso, hasta el punto de que muchos historiadores pueden sospechar que se trata de una nueva apología de la evangelización y pasar por alto esta importante investigación, rica en sugerencias y sólida en la selección y revisión de fuentes primarias de carácter dogmático y didáctico. Los capítulos sobre la doctrina de fray Pedro de Córdoba, la actitud de los cristianos ante la muerte y la vida cotidiana en la Nueva España, en el capítulo VII de la segunda parte, justifican la lectura de un libro que enriquece nuestra comprensión de la vida colonial, sin afanes de justificación a ultranza.

Thomas Calvo, Guadalajara y su región en el siglo XVII. Población y economía, Guadalajara, Jal., Centro de estudios Mexicanos y Centroamericanos-H Ayuntamiento de Guadalajara, 1992.

Thomas Calvo, Poder, religión y sociedad en la Guadalajara del siglo XVII, México, Centro de estudios Mexicanos y Centroamericanos-H Ayuntamiento de Guadalajara, 1992.

El autor comienza por decirnos que Guadalajara, que en los dos primeros siglos del  virreinato “apenas es una ciudad, en el pleno sentido del término, tuvo un hermoso siglo XVII”, y los dos volúmenes que le dedica, pretende demostrarlo, si bien el resultado es un espléndido fresco de una población compleja en la que unos cuantos españoles convivieron con mestizos, indios y afrodescendientes. Pese a la indudable mezcolanza “con razón o sin ella, más de la mitad de los tapatíos lograron hacerse inscribir como españoles”.  

Trata, a continuación, del entorno rural, de las operaciones mercantiles en una ciudad con vocación negociante, de los elementos de la vida material y de las manifestaciones religiosas en conventos  y edificios públicos, en actividades cotidianas y rutinas domésticas. Es, en conjunto, una obra rica en información y aguda en la identificación de problemas, que también sugiere nuevas reflexiones y preguntas.

Steve Stern, La historia secreta del género. Mujeres, hombres y poder en el México colonial, Fondo de Cultura Económica, 

Un indiscutible mérito de la Historia secreta…, es haber logrado encontrar el difícil equilibrio que permite apreciar la trascendencia de las valoraciones culturales y la práctica cotidiana en las vidas del hombre-padre-esposo-hijo y la mujer-madre-esposa-hija.  No es, por lo tanto, un libro feminista sino un estudio de género. Aunque el patriarcalismo aparece como el eje de la investigación, el autor no se deja fascinar por su aparente ubicuidad y permanencia  en la sociedad mexicana, exhibido  hasta hoy en actitudes de machismo, sino que analiza cuidadosamente sus elementos y su impacto en las relaciones de género.

Sin desdeñar los planteamientos teóricos, el autor se centra en cuestiones concretas, lugares delimitados, individuos y documentos del periodo entre 1760-1820 y no vacila en reconocer la pluralidad cultural en las diferentes regiones de México.  Como muestra y ejemplo de estas diferencias, presenta el estudio de comportamientos de habitantes de Oaxaca, Morelos y la ciudad de México a fines del siglo XVIII, a la vez que aspira a proyectar sus hipótesis hasta la realidad del siglo XX. Las tensiones dentro de las familias, el concepto del honor, los rumores y calumnias y la importancia de las diferencias de clase proporcionan el complejo marco adecuado al estudio

Cervantes Bello, Francisco Javier, María del Pilar Martínez López Cano, coordinadores, La dimensión imperial de la iglesia novohispana, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Instituto de Ciencias y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”-Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016. ISBN 978-607-525-053-3

Se trata de un libro que promete ser imprescindible dentro de la bibliografía, ya bastante nutrida, relativa a la iglesia católica en México, y que en este caso se refiere a un tiempo en el que habría sido innecesario señalar de qué iglesia se hablaba, puesto que sólo se admitía la existencia de una, única, verdadera, eterna, indiscutible. Por lo mismo, no requiere fijar fechas o periodos, porque el título lo dice: la iglesia novohispana, la que abarcó los trescientos años del virreinato y proyectó su influencia por otros doscientos. Dentro de la relativa y quizá necesaria ambigüedad, la referencia a la dimensión imperial lleva al lector en busca de la trascendencia de normas y proyectos que aspiraron a legitimar decisiones humanas mediante su identificación con designios divinos, a la vez que se respaldaba a las autoridades eclesiásticas con los instrumentos del poder. Los textos se refieren a esa difícil relación entre las dos majestades, que permitió sentar las bases de la organización eclesiástica, establecer jerarquías y sustentar los poderes de los prelados, a la vez que, repetidamente, marcó límites e impuso reglas a la política y a la acción eclesiástica.

La división del libro en cuatro secciones establece cierto orden en lo que se antojaría como una miscelánea de temas variados, y que logra articular dentro de lo que podemos ver como el proyecto de inserción de las iglesias hispanoamericanas en un conjunto imperial. Dentro de ese conjunto, la atención se centra en la Nueva España y su relación con la metrópoli, sólo acompañada ocasionalmente de alguna referencia a la normatividad dirigida a todos los dominios de la corona española. Sin afirmaciones dogmáticas ni conclusiones categóricas, sin recurrir a fáciles caminos trillados, plantea inquietudes y muestra caminos, tal como puede pedirse a un libro académico digno de leerse y consultarse. Su contenido se orienta a las relaciones entre la Iglesia y la monarquía, pero, al mismo tiempo, trata de la sociedad y de la vida en el mundo hispanoamericano durante los tres siglos de domino español. 

Ferreira Ascencio, Claudia, Cuando el cura llama a la puerta. Orden sacramental y sociedad. Los padrones de confesión del Sagrario de México (1670-1825), México, El Colegio de México, 2014.

Debo reconocer mi sorpresa ante algo que sucede en pocas ocasiones: este libro supera las expectativas, no sólo en cuanto a la información, sino también en la exposición, que enfrenta con éxito el reto de utilizar una impresionante cantidad de datos en forma razonada, con un análisis atinado y con un enfoque multidisciplinario particularmente útil para el estudio de la vida en la Ciudad de México, a lo largo de siglo y medio de vida en el periodo virreinal.

Por primera vez en 1772, con la reorganización ordenada por el arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana, los indios se integraron a las parroquias que antes se asignaron a españoles y castas, del mismo modo que los españoles se incorporaron a las parroquias de indios en las que ya residían, como minoría en las marginales, en equilibrio de calidades o incluso como mayoría en las más céntricas. Para el Sagrario no fue la división definitiva porque todavía a partir de 1783 hubo reajustes en el espacio que le correspondía. Los acercamientos conseguidos a partir de los padrones, el “collage”  de aproximaciones, como dice la autora, permiten conocer aspectos de la vida de la Ciudad de México en un largo periodo de su historia.

Enrique González González, coordinador, Estudios y estudiantes de Filosofía. De la Facultad de Artes a la Facultad de Filosofía y Letras (1551-1929), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, 2008

El proyecto del grupo de investigadores del IISUE, cuya colaboración se aprecia en la mayor parte de los capítulos del libro, tiene como objeto central de estudio la historia de la institución escolarizada y de élite que fue la universidad, vista desde su carácter institucional, el tipo de saberes que pretendía cultivar, quiénes eran los 

Universitarios, estudiantes, maestros y doctores claustrales, para qué servían en aquella 

sociedad y de que modo influían sobre ella. Esto incluye por supuesto el tema de los colegios seculares y regulares que se vinculaban con la universidad en la medida que era el único establecimiento académico con licencia para dispensar los grados. 

No parece necesario advertir que los capítulos son desiguales, puesto que es lo previsible en toda obra colectiva, pero sí puedo señalar lo contrario, lo que tienen en común, que es su seriedad como investigaciones originales y como cuidadosos análisis de fuentes. En unos casos podemos rescatar la minuciosidad de los detalles, dentro del modelo más tradicional, en otros el enriquecimiento de las cuestiones y los objetos de estudio, ya con la mirada en la historia social, en varios la disciplina en la búsqueda de aportaciones a la historia cultural y, en conjunto, la certeza de que estudiar la Universidad significa estudiar las ideas, los valores, los recursos personales e institucionales para acceder a distintas formas de poder. Si acaso la idea no es rigurosamente nueva, no hay duda de que el avance en el conocimiento y la amplitud de perspectivas es algo inédito y que promete seguir fructificando.

Armando Pavón Romero, coordinador, Promoción universitaria en el mundo hispánico. Siglos XVI a XX, México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012. ISBN: 9786070223440

¿Tiene algún sentido preguntarse cuál fue el destino de los graduados universitarios en siglos pasados? ¿Cómo repercutió en la sociedad la relación entre el mundo universitario y la burocracia? ¿Quiénes fueron los privilegiados en ese sistema de intercambio de méritos académicos y administrativos? Éstas son algunas de las preguntas que este libro plantea en forma más o menos explícita, en la mayor parte de sus textos. Y si menciono la mayor parte y no la totalidad no es porque unos trabajos sean mejores o peores que otros sino porque con materiales muy diversos es difícil generalizar sobre el valor de los presupuestos y su desarrollo posterior.

Particularmente valiosas han sido las publicaciones del IISUE relativas a los indios en la universidad, tema que está presente en este libro.  La seriedad y profundidad de los estudios de fuentes documentales han llevado a moderar posiciones extremistas: el ser indio no fue, porque legalmente no podía serlo, un impedimento absoluto para acceder a la carrera académica; pero, por otra parte, las dificultades aumentaban para los naturales y su esfuerzo tenía que ser superior al de los criollos de familias consideradas respetables. Frente a prejuicios derivados de la creencia en la segregación absoluta de la sociedad estamental, sabemos que no existió ningún impedimento en los estatutos universitarios para la promoción de los indios, pero tampoco podemos mantener la ilusión fallida de que con igualdad de opciones de escolaridad todos los individuos tienen las mismas oportunidades, cualquiera que sea su origen familiar y su entorno social. La igualdad de oportunidades hace posible alcanzar la misma meta, pero no requiere idéntico esfuerzo para vencer obstáculos.

Bien puedo concluir con una felicitación para el IISUE y sus invitados españoles por haber logrado integrar un libro importante que explica por sí solo  en qué consiste la novedad de los estudios sobre la universidad. Y se puede celebrar la sorpresa adicional de los estudios que lo acompañan sobre otros temas de interés.